Rancho Grande es un barrio nacido al amparo del bosque, en las laderas del cerro Otto, donde las casas se mezclan con los cipreses y las calles de tierra y ripio marcan su ritmo particular. No hay veredas ni cuadras prolijas: hay pendientes, senderos informales, charcos después de la lluvia y ese silencio típico de los barrios que crecieron junto a la montaña.
Desde sus primeros años, el barrio fue poblándose de familias que buscaban un entorno tranquilo, con naturaleza viva y un estilo de vida más sereno del que ofrece el centro de la ciudad. Con el tiempo, esa cercanía cotidiana entre vecinos —cruzarse en la subida, conversar al costado del camino, compartir información cuando pasaba algo— fue dando forma a la identidad comunitaria que todavía se mantiene.
En 1977, ese espíritu de organización tomó forma institucional con la creación de la Asociación de Fomento Rancho Grande, pensada para dar orden, gestionar los recursos comunes y representar al barrio frente a organismos públicos. A partir de ese momento, la vida comunitaria empezó a tener un marco más claro: administración del agua potable, mejoras de infraestructura y coordinación de distintas necesidades vecinales.
La historia del barrio no está hecha de grandes monumentos ni eventos espectaculares. Está hecha de constancia, de vecinos que se comprometen, de reuniones en casas particulares, de decisiones colectivas y del trabajo silencioso que permite que un barrio en pleno bosque funcione todos los días.
Queremos que Rancho Grande siga siendo eso:
un lugar con identidad propia, naturaleza alrededor y una comunidad que entiende que la vida en el barrio se sostiene entre todos. Un barrio que crece, cambia y se adapta, sin perder esa esencia simple y auténtica que lo caracteriza desde sus orígenes.

